No tener un puesto de trabajo puede ir acompañado
de una serie de problemas y miedos que pueden desestabilizar a
quien se encuentre en esta situación. Los peores momentos suelen
darse ante la falta de respuesta tras mandar los currículos, al
realizar entrevistas, al tener que re-evaluar la carrera
profesional que se ha tenido hasta la fecha, al compararnos con
otras personas que también buscan empleo, y en ocasiones antes
de todo esto, en el momento de ser despedido.
Estar parado
laboralmente normalmente se asocia a un estado temporal e
involuntario. Frecuentemente teñido de cierto malestar. No tiene
que ser siempre así. Puede ser un momento para la tranquilidad,
reevaluar nuevos objetivos, mejorar la formación teórica y
práctica, para viajar, para encontrar nuevas actividades de ocio
y tiempo libre, e incluso para hacer nuevos amigos. El problema
viene cuando al encontrarse en esta situación uno comienza a
impacientarse y quiere saber con certeza que no le va a faltar
dinero y encontrará a tiempo otro trabajo.
Trabajar es una
actividad que nos puede servir para poder desarrollarnos como
personas, nos puede ayudar a medir nuestra valía por nuestros
resultados o para compararnos con quienes nos rodean. El
problema es que no siempre es así, a menudo se convierte en un
medio para conseguir dinero para nuestras necesidades. En muchas
ocasiones el miedo a quedarse sin trabajo puede hacer que sea
difícil favorecer cambios para encontrar otro mejor.
Veamos aspectos
que hay que tener en cuenta para que estar sin trabajo sea lo
menos “desgastante” posible:
1.
Lo
primero es hacer cuentas, ponerse un sueldo mensual con el que
podamos valorar el tiempo máximo de supervivencia si no se
encuentra un nuevo trabajo. Es importante ser realista y si es
posible destinar parte del presupuesto a extras relacionados con
el bienestar.
2.
Planificación del tiempo: es importante tener horarios,
objetivos diarios en donde se intercalen planes para la búsqueda
de empleo con actividades que favorezcan el bienestar como
actividades deportivas, quedar con los amigos, excursiones,
visitas a museos, cine…
3.
Cuidado con dedicar más tiempo del necesario a buscar opciones
laborales. Si se dedican muchas horas a conseguir opciones de
empleo, aumentará mucho la necesidad de saber, de obtener una
respuesta por parte de alguna empresa. Hay que tener en cuenta
que la percepción del tiempo es diferente para el que necesita a
cada instante pistas de que todo va por buen camino y para el
empresario, él no está pensando en nuestra necesidad de
encontrar un trabajo. Es fácil que aparezca la desesperación por
buscar certezas que no dependen enteramente de uno. Un plazo de
tiempo realista para encontrar trabajo puede estar entre tres
meses y un año, dependiendo también del puesto al que se opte.
4.
Es
necesario aceptar niveles de ansiedad moderadamente altos ante
algunos momentos o situaciones, aceptarlo ayudará a no
desesperarse y dejar que por sí solos vayan cediendo los
malestares. Ir a entrevistas, compararse con otras personas, nos
puede hacer sentir en desventaja e inferiores. Habrá malestar,
pero si somos realistas veremos que también estamos a la altura
en función del tipo de trabajo al que optemos (por experiencia,
por formación…) Además, ser entrevistado implica ser evaluado y
esto lleva unido que se puede valer o no para el puesto al que
nos hemos presentado. Cuidado con confundir que si el
entrevistador decide que uno no es apropiado esto significa que
uno no es válido, capaz, buen profesional…
5.
No
es bueno que busquemos garantías absolutas cuando aceptemos un
puesto de trabajo. Debemos tener en cuenta que puede no ser como
se pensó inicialmente. No hay que olvidar que no sólo es el que
contrata quien elige, también ha de hacerlo quien opta al puesto
de trabajo. Es importante Poder reconocer que nos hemos
equivocado en la elección, en ocasiones no es tan grave seguir
con el proceso hasta encontrar lo que se necesita o desea.