Reflexiones finales.
Los
cambios generados en ambos tipos de familias
plantean exigencias concretas para su desarrollo,
que se traducen en el espectro de valores, normas,
expectativas, referentes y representaciones que
comienzan a gestarse en la subjetividad individual y
grupal. Las familias que integraron la muestra
protagonizan el proceso de reestructuración de una
identidad familiar, que se refleja en la adaptación
subjetiva a las demandas cambiantes de su nueva
realidad.
Los
resultados de la investigación muestran además, que
la mujer debe enfrentar en la actualidad un conjunto
de problemas asociados a las condiciones genéricas,
ya que aunque hoy la representación de la mujer
separada/divorciada deja de ser un estigma social,
continúa siendo limitado su margen de aceptación.
Además, su situación económica se encuentra expuesta
con mayor frecuencia a dificultades que apuntan a
su fragilidad, lo que se acentúa cuando tienen
hijos. No obstante, estas presiones pueden
convertirse en fuentes generadoras de crecimiento
para ella, en tanto deben superarlas ampliando sus
capacidades de recuperación, reestructuración y
reelaboración de un proyecto de vida, que muchas
veces trascienda sus propias expectativas.
Pero
la reflexión debe ser aún más profunda, en tanto las
implicaciones del divorcio pueden ser mayores y
afectar al sector femenino en las diferentes esferas
de la vida social. La familia cubana enfrenta hoy
múltiples contradicciones y problemáticas
funcionales, que reflejan la heterogeneidad y
diversidad del sistema social en el que se inserta.
No podemos olvidar, que la mujer constituye una
figura clave en el funcionamiento de este grupo
humano, por lo que le corresponde – desde la
asignación cultural – garantizar la calidad de vida
familiar y ser protagonista de las diversas
estrategias que se despliegan para enfrentar la
coyuntura socioeconómica actual.
De
manera que, las políticas sociales deben ubicar a la
familia en el centro de su accionar, con el
propósito de potenciar su desarrollo. Con ello se
pudiera lograr un avance progresivo de la mujer en
la esfera doméstica, que complementaría sus logros
en la esfera laboral y social. No se trata de
diseñar políticas puntuales, sino de valorar a la
mujer en los diferentes ámbitos en los que se
inserta y sistematizar un conjunto de acciones que
avalen su desarrollo perspectivo. Recordemos que los
cambios en la subjetividad no se lograrán de forma
inmediata y, a veces, la adopción de determinados
comportamientos no implica que se haya avanzado en
la asimilación de nuevos valores, sobre todo porque
se necesita un cambio en los sentidos y significados
personales.
Retomando el tema del divorcio, resulta necesario
entender éste como un proceso
multicausal, lo cual permitiría valorar posibles
alternativas de cambio con respecto a esta
problemática. Se trata de reconocer la necesidad de
potenciar en la pareja, estilos de relación
flexibles que se orienten hacia la búsqueda de
soluciones constructivas, previendo así que el
divorcio aparezca como la salida más inmediata y la
única posible.
Evidentemente, no puede verse a la pareja y a la
familia como sistemas independientes del
funcionamiento social. La sociedad debe crear
espacios que promuevan el reconocimiento, la
elaboración y el cuestionamiento constante de los
cambios que tienen lugar en la vida cotidiana.
Asimismo la familia debe ser valorada como un
proceso grupal en continua construcción y
protagonistas de las transformaciones sociales.
Existen un conjunto de problemáticas
sociopsicológicas asociadas al divorcio, que
acentúan la magnitud de este fenómeno. Las
cuestiones que plantean nuevas interrogantes,
coinciden con cambios sociales de gran significación
que se instauran, cada vez con mayor fuerza, en
nuestra sociedad, afectando la evolución de la
familia como grupo e institución social. Entre ellas
podemos destacar:
·
El
incremento de la emigración externa e interna. Esta
última reflejada en el desgaste progresivo de las
áreas de asentamiento rurales. El proceso migratorio
plantea la ruptura de familias y profundos cambios
estructurales a su interno. Debemos tener en cuenta
que en múltiples ocasiones , es la mujer la que
queda abandonada ante la emigración del cónyuge,
siendo la única responsable de la educación y
manutención de los hijos.
·
La
relación entre los procesos socioestructurales que
caracterizan hoy a la sociedad cubana y las
tendencias generales que muestra la divorcialidad en
este sentido. Las investigaciones que aborden esta
temática podrían incluir en su agenda temática,
aspectos tales como: dimensión que alcanza el
divorcio en cada grupo social y sus diferenciaciones
fundamentales; así como el impacto que tiene este
proceso para la economía doméstica, según la
inserción socioclasista de los miembros de la
familia.
·
La
influencia que tienen las variables económicas como
desencadenantes del divorcio y condicionales del
proceso en sí mismo.
·
El
impacto que tiene la separación matrimonial en el
ejercicio de la función socializadora de la familia
y en particular para la educación de los hijos.
Las
Ciencias Sociales tiene una gran responsabilidad en
este sentido, sobre todo porque estamos ante un
fenómeno que muestra tendencias hacia un crecimiento
perspectivo en el contexto cubano, de ahí que serán
mayores los retos y desafíos a enfrentar por la
familia. Sin embargo, comprenderlo en todas sus
dimensiones, concederá la posibilidad de considerar
opciones para el futuro, lo cual supone un
compromiso ineludible con nuestra formación
profesional y con la realidad que enfrentamos. Sólo
el conocimiento puede dotar a la sociedad para el
establecimiento de políticas que guíen el desarrollo
de la familia y contribuyan al crecimiento de cada
uno de sus miembros.
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